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JOSETXU RIVIERE: “Uno de los principales retos de los hombres que trabajamos por la igualdad es dirigirnos al resto de hombres”

Saioa Baleztena

Josetxu Riviere es diplomado en Magisterio de Educación Primaria y Máster en Igualdad de Mujeres y Hombres. Es miembro de la Red de hombres por la Igualdad y, desde 2007, participa en la coordinación de la iniciativa Gizonduz, un programa dirigido a promover la implicación de los hombres a favor de la igualdad de mujeres y hombres.

¿Qué son las nuevas masculinidades?

Es un término que se utiliza para visibilizar y fortalecer las diferentes formas de sentirte hombre que generen relaciones igualitarias de mujeres y hombres. Sin embargo a mi cada vez me gusta menos usar el término nuevas. Creo que siempre han existido diversas maneras de sentirse hombre o de representar la idea de ser hombre aunque pocas de ellas construían unas relaciones en equidad. De hecho, fundamentalmente ha sido la idea de masculinidad hegemónica, que defendía la discriminación de las mujeres frente a los hombres, la que ha organizado y estructurado nuestro sistema social, económico, político y relacional. Sin duda, uno de los mayores problemas que tenemos es seguir pensando y manteniendo una sociedad de hombres y mujeres como dos identidades fijas, estancas que organizan nuestra sociedad de forma discriminatoria en lugar de legitimar y naturalizar la diversidad de identidades, orientaciones sexuales y de expresiones de género.

Dices que hay maneras diferentes de ser hombre, ¿qué quieres decir?

Que existen diferentes formas de representar la idea de ser hombre. La socialización de un ideal de lo que debe ser un hombre fuerte, seguro, duro... se ha diversificado y nos encontramos con modelos de masculinidad más diversos que, por ejemplo, los de la generación de nuestros abuelos. Pero, tenemos que preguntarnos si estos cambios en los comportamientos de los hombres son suficientemente profundos como para cambiar las relaciones en el mundo laboral, social o afectivo. Creo que hoy se combinan cambios a favor de la igualdad en los valores sociales con fuertes resistencias por parte de bastantes hombres que siguen  generando y manteniendo situaciones de discriminación hacia las mujeres.

Impartes cursos en este sentido. ¿Cómo valoras la participación?

Los cursos en los que participo como formador están dirigidos a hombres pero también tenemos grupos mixtos. La participación de los hombres es muy diversa y en general positiva.  La posición de partida de muchos de los hombres asistentes suele ser  la de estar a favor de una sociedad en igualdad de mujeres y hombres, pero surgen muchos debates y resistencias sobre las acciones prácticas concretas que hay que tomar para lograr esa igualdad. Dos de las mayores dificultades que encontramos en la formación son; por un lado que no se perciben muchas de las ventajas que hoy todavía existen por el hecho de ser hombres; y, por otro, que se sigue considerando mayoritariamente que el tema de la igualdad de mujeres y hombres es una asunto fundamentalmente de mujeres y que a los hombres nos incumbe poco.

Precisamente, uno de los reclamos del feminismo es la poca implicación de los hombres en las luchas por la igualdad de género. ¿Estás de acuerdo?

Si, aunque la presencia de los hombres ha aumentado en las movilizaciones contra la violencia machista, y eso es algo positivo. Una idea muy establecida en nuestra sociedad es que ya vivimos en una sociedad igualitaria y que todo depende de las decisiones que tome cada cual. Los cambios que se requieren  para construir una sociedad justa y equitativa interpelan a los hombres ya que somos, fundamentalmente, quienes  tenemos más privilegios y hemos ocupado tradicionalmente los lugares de poder y decisión. Avanzar hacia la igualad nos obliga a cambios concretos en nuestros comportamientos cotidianos. Sentirse directamente interpelados hace que por parte de muchos hombres se juzguen exageradas las reivindicaciones feministas o se sitúan en una posición defensiva. Necesitamos cambios estructurales pero, sobre todo, es imprescindible incorporar  cambios en la vida cotidiana.

¿Cómo se puede impulsar esta aportación de los hombres en la lucha feminista?

De diversas formas; individualmente, de manera colectiva, organizativa... Uno de los principales retos de los hombres que militamos y trabajamos por la igualdad es dirigirnos al resto de hombres para impulsar el cambio y el avance de las practicas igualitarias.

Han sido décadas de luchas feministas contra la desigualdad de género. ¿Hasta qué punto ha mejorado la situación?

Creo que la sociedad ha cambiado mucho, esta claro que no lo suficiente y que estamos lejos de la equidad pero hoy vivimos en una sociedad muy distinta a lo de nuestros abuelos y abuelas.  Me parece que no reconocer los avances es no reconocer el trabajo, esfuerzo y protagonismo de los grupos feministas y lgtbi+. Si hemos avanzado como sociedad  democrática ha sido gracias a  ellos. Sin embargo debemos recocer que aunque existen cambios de valores sociales importantes todavía  no hemos conseguido remover  profundamente las raíces del sexismo. Seguimos viviendo en una sociedad que mantiene importante desigualdades por el mero hecho de ser categorizados como hombres y mujeres,  seguimos construyendo nuestras identidades de género como identidades fuertes, cerradas y fijas, en contraposición con las “otras” y en torno a ellas generamos un sistema de recompensa y reconocimiento social, de prestigio, de poder .. que sustenta relaciones de desigualdad y discriminación sexista hacia las mujeres.

En cambio, todavía son las mujeres las personas responsables de las responsabilidades vinculadas al cuidado y el hogar. ¿Cómo se debe revertir esta situación?

El tema del trabajo domestico y de cuidado atraviesa todo el sistema social, trasciende de la mera negociación en una unidad de convivencia, sea esta la familia tradicional u otras. La división sexista del trabajo domestico y de cuidados organiza gran parte del mercado productivo, marca nuestras expectativas de desarrollo profesional y personal, nuestro acceso  y disfrute del tiempo de ocio. En Euskadi el valor del trabajo realizado sin remuneración de trabajo domestico y de cuidados es de casi el 30% del PIB, luego es un tema capital para testar el estado de la desigualdad y la implicación de los hombres. Solo el 7 % de las excedencias por cuidado de menores, y algo más en las de mayores, nos señala que el peso del cuidado recae fundamentalmente en las mujeres. Para revertir esta situación me parece fundamental voltear la idea de la masculinidad tradicional.

¿Qué opinas sobre las políticas de igualdad de género?

Pienso que las responsabilidades políticas y públicas para conseguir que desaparezca la desigualdad son muy claras. Las personas que ostentan responsabilidad política  deben impulsar e implementar políticas públicas a favor de la igualdad. Políticas que tengan presupuesto suficiente, que cuenten con personas formadas y especializadas en igualdad y que sean programas de procesos de cambio sostenidos en el tiempo. Es importante impulsar políticas publicas  con capacidad de influencia, con competencias, con poder de cambio real.

Para acabar, ¿cuáles son los principales retos de ahora en adelante?

Por una parte, generar dinámicas de cambios concretos individuales y colectivos, establecer alianzas con el movimiento feminista y LGTBI para sumarnos a la lucha  por la  igualdad, defender los derechos de las personas que se salen de los modelos tradiciones de identidad, reflexionar sobre qué significa verdaderamente una sociedad igualitaria y equitativa… Tenemos mucho trabajo por delante, pero quizás uno de los retos principales es que los hombres en conjunto entendamos que construir una sociedad igualitaria también es asunto nuestro.

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