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Lide Amibilia: "La revolución de la longevidad supone vivir más años en mejores condiciones y tenemos que apostar por ello"

Ainara Arregi

Gizadiberri entrevista a la actual Viceconsejera de Políticas Sociales del Gobierno Vasco, Lide Amibilia (Zumaia, 1967) para conocer las políticas sociales de envejecimiento que tiene en marcha el ejecutivo vasco, y analizar el futuro de las personas mayores.

El programa Legado promovido por el Departamento, tiene como fin enseñar e informar sobre la labor que realizan las personas mayores. ¿Cómo podemos hacer llegar ese mensaje a la sociedad?

El programa Legado se incluye dentro de la iniciativa Euskadi Lagunkoia Sustraietatik, que cuenta con numerosos municipios adheridos, y consiste en la realización de vídeos en los que una persona mayor es protagonista y cuenta su vida, sus experiencias, su sabiduría, es decir, traslada su legado vital en aras de enriquecer y fomentar la amigabilidad entre las personas de Euskadi. Hay una montañera, un salinero, una dependienta, una redera, una baserritarra, un pastor, una alfarera, un remero, una cocinera, etc. 

En otras palabras, ese proyecto documental sobre las experiencias de personas mayores de todo el territorio de Euskadi, tiene por objetivo transmitir a las generaciones presentes y futuras el patrimonio inmaterial y cultural de Euskadi.
Recientemente, el proyecto Legado ha sido distinguido por la Organización Mundial de la Salud como una de las mejores buenas prácticas a nivel mundial en la lucha contra el edadismo, cosa que nos satisface y enorgullece, como es lógico, y que es buena muestra de nuestro permanente compromiso con las personas mayores.

Gobernantza 65+ es otra de las iniciativas que el Gobierno Vasco puso en marcha el año pasado, con el fin de que las personas mayores participen en la toma de decisiones. Tras 4 meses de trabajo, ¿cuáles son los resultados de dicha iniciativa? 

Esta es una iniciativa que surge de la Estrategia Vasca de Envejecimiento Activo 2015-2020, concretamente, de la primera de las 3 áreas de esa Estrategia, que aborda la adaptación de la sociedad al envejecimiento a través de un nuevo modelo de gobernanza. Las otras dos áreas son la anticipación y prevención para envejecer mejor, y la amigabilidad y participación en la construcción de una sociedad del bienestar.
Debemos adaptar la sociedad al envejecimiento y no al contrario.

El objetivo de Gobernantza +65 es buscar nuevas formas de incorporar la visión y experiencia de las personas mayores en la toma de decisiones políticas y sociales que les afectan. Que no sean objetos, sino  sujetos activos. Desde el Gobierno creemos que son necesarios espacios de encuentro que fomenten los procesos de participación y ese es el fin de la iniciativa.

En pocas semanas, daremos a conocer cuáles son las conclusiones que se extraen de ese proceso de reflexión, en el que han participado más de un centenar de personas, y nuestro planteamiento de futuro, el camino a seguir, porque este proceso abierto debe continuar. 

Es una realidad, que la sociedad vasca está sumergida en un cambio poblacional. Usted decía el año pasado en la presentación de la iniciativa Gobernanza 65+ que se necesita desarrollar políticas que promuevan un cambio integral en el grupo de población que envejece. ¿A qué tipo de políticas se refiere?

Envejecer bien es una tarea para toda la vida que exige responsabilidad personal y colectiva. Desde el Gobierno Vasco afrontamos, en colaboración con el resto de instituciones vascas, el reto que supone la revolución de la longevidad y lo hacemos convencidos de que juntos podemos avanzar en la construcción de una sociedad más amigable que facilite un envejecimiento activo de nuestra sociedad.

El objetivo es que las personas mayores puedan tener en esa etapa de sus vidas una vida saludable, activa y, en la medida de lo posible, independiente.

¿Qué tipo de políticas podemos promover?

Muy variadas. Desde acciones que permitan la participación en la toma de decisiones, hasta acciones que garanticen los derechos o la lucha contra la discriminación hacia las personas que envejecen. Podemos impulsar políticas que garanticen la seguridad e inclusión social de las personas que envejecen o que promuevan el desarrollo económico en torno al envejecimiento como fuente de generación de empleo por las nuevas formas de consumo que puedan surgir, por ejemplo.

Según la OMS, los estereotipos negativos que tiene la sociedad sobre las personas mayores pueden tener un impacto en la salud de las personas mayores al limitar sus funciones, retrasar la recuperación de alguna posible discapacidad o enfermedad, o incluso acortar la esperanza de vida en siete años y medio.  ¿Qué deben hacer las instituciones, los medios de comunicación y la sociedad en general para cambiar esa imagen negativa que tiene la sociedad?

Es cierto que cuando se habla de envejecimiento de la población es habitual vincular éste hecho con las consecuencias menos positivas que puede acarrear, como un mayor gasto sanitario, social ligado a la dependencia o de pensiones. A menudo, las personas mayores están expuestas a actitudes negativas en las sociedades de todo el mundo, también en la nuestra. Es lo que llamamos edadismo (ageism). Aunque estas actitudes son a menudo inconscientes, pueden tener un serio impacto en la salud de las personas mayores al limitar sus funciones, retrasar la recuperación de alguna posible discapacidad o enfermedad, e incluso, como comenta, acortar la esperanza de vida  en siete años y medio, según los datos de la OMS.

Dicho esto, quiero afirmar que la revolución de la longevidad está aquí: supone vivir más años en mejores condiciones y tenemos que apostar por ello.

Para nosotros, en las sociedades modernas, las personas mayores constituyen un tesoro muy valorable para la familia, la comunidad y la sostenibilidad, tanto económica como social. A través del trabajo voluntario, transmitiendo sus experiencias y conocimientos, ayudando a sus familias en las responsabilidades del cuidado o directamente, con su apoyo económico el trabajo remunerado, hacen una labor inestimablemente.

Desde el Gobierno Vasco trabajamos para hacer visible que las personas mayores son fundamentales en nuestro país: aportan cuidados dentro de la familia y trasladan su experiencia a la sociedad, sobre todo a través del tejido asociativo que tenemos. En los últimos años, en los que hemos padecido una crisis realmente dura, estas personas han sido un pilar económico fundamental para miles de familias. Y no solo eso. Si el envejecimiento de la población va a crear nuevas necesidades también traerá nuevas oportunidades, se crearán nuevos empleos relacionados con sus necesidades, y también se generará un mercado creciente en torno a sus apetencias e intereses, dando valor a la denominada Silver Economy, la “economía plateada”, que trata sobre el consumo en general en las personas mayores y busca convertir el envejecimiento de la población en una oportunidad, ya que es un mercado nuevo y rentable.

También queremos reivindicar que el hecho de que la población envejezca es un logro social y científico, y por tanto un motivo para felicitarnos. Euskadi cuenta con una de las sociedades más longevas del mundo. La esperanza de vida de la ciudadanía vasca es de 83,4 años de media. Hoy, además, envejecer no es sinónimo de decadencia. Nuestras personas mayores viven con mayor calidad de vida y su labor para nuestra sociedad es indispensable.

Las instituciones debemos tomar partido contra el edadismo, esa discriminación que viven las personas por tener una edad avanzada, que las mujeres sufren en mayor medida por el machismo imperante, cuyos efectos se potencian por la mayor prevalencia de enfermedades crónicas en la mujer y su esperanza de vida más elevada. No solo hay que hablar de los costes del envejecimiento, sino valorar todas las oportunidades que conlleva el hecho de tener una sociedad con muchas personas experimentadas.

Usted cree que ¿los jóvenes de hoy en día son conscientes del papel tan importante que tienen las personas mayores?

Es una buena pregunta. Estimo que son necesarios mayores canales de comunicación intergeneracional. Si hablamos del ámbito laboral, hoy hay muchas personas, digamos por poner un límite de 55 o más años, que tienen eso de lo que antes hablábamos, un legado: una formación y experiencia que les convierte en imprescindibles. Sustituir a estas personas va a ser complicado porque las personas más jóvenes, aunque aporten en algunos casos mayor formación, carecen de la experiencia de las y los más veteranos. En este ámbito creo que para muchas empresas, y también para la administración, sería muy interesante fomentar que los nuevos refuerzos trabajen con las personas de más experiencia para poder transmitir esos conocimientos adquiridos con el tiempo.

En otros contextos, valoro muy positivamente proyectos intergeneracionales de reconocimiento realizados por jóvenes hacia sus mayores, como es el caso de Güre Aiton Amonak,  proyecto de Gugaz Solidario, en el que la juventud del municipio vizcaíno de Gueñes hace un repaso de la historia más reciente de su municipio realizando varios documentales sobre la que ha sido la vida y recorrido de varios de sus mayores. Es un buen ejemplo del camino a seguir para eliminar prejuicios y estereotipos, y establecer una integración social y afectiva de las distintas generaciones mediante el vínculo entre personas.

¿Cómo cree que la sociedad ve y valora a las personas mayores?

Creo que, cuando hablamos en general de envejecimiento, la sociedad, en el imaginario colectivo, no aparecen personas de más de 65 años con una vida saludable y activa. Todavía prevalece la vinculación del envejecimiento con situaciones de dependencia, por ejemplo. Y también con los retos que nos traerá la revolución de la longevidad, como un mayor gasto para los servicios públicos.

Sin embargo cuando uno se pregunta qué aportan las personas mayores a su entorno el panorama es diferente y ahí sí que creo que la percepción de la aportación de las personas mayores es más valorada.

Por detrás de Japón, Euskadi es el país con el nivel más alto de esperanza de vida, pero la tasa de natalidad sigue siendo baja, por lo que la sociedad vasca cada vez es más anciana. ¿Hasta cuándo o hasta qué punto son las políticas sociales sostenibles?

Es indudable que en materia de natalidad tenemos un gran reto, diría que un reto de país en esta legislatura que empieza, pero siendo conscientes de que la apuesta debe prolongarse en el tiempo, vamos a incentivar medidas que permitan a los vascos y vascas tener el número de hijos e hijas que quieran.

Las razones por las que se ha retrasado la edad media para tener descendencia y se ha reducido el número de hijos e hijas son múltiples y no hay una solución única. Las políticas para impulsar la natalidad tienen que ser por ello transversales y compartidas por agentes sociales y políticos. Nuestra sociedad debe tomar conciencia de la necesidad de trabajar este aspecto.

Las parejas jóvenes, por norma general, no se plantean la natalidad hasta lograr cierta estabilidad: disponer de un hogar y un empleo que garantice unos ingresos. Si a ello le unimos que algunas mujeres perciben que tener hijos puede mermar sus oportunidades laborales y que las tareas de cuidado siguen siendo mayores para ellas, el resultado es el actual. Para revertir esta situación se debe trabajar en muchos campos: la corresponsabilidad, la mejora de las condiciones laborales, una mayor flexibilidad, la igualdad, el acceso a una vivienda... etc.

Tenemos una sociedad en la que envejecer no está bien visto, las pérdidas vitales, de familiares, amigos, capacidades... se ven como algo muy negativo. El reto no es únicamente poder dar una atención psicológica mayor, sino que ¿el cambio real vendrá el día que a nivel social veamos la vejez de una manera distinta?

Según la encuesta World Values Survey, analizada por la OMS a finales del pasado 2016 y que se realizó a más de 83.000 personas de 57 países, el 60% de la población cree que no se dispensa a las personas ancianas el respeto que merecen. Eso significa que cuando nos paramos y analizamos la aportación de estas personas a nuestra sociedad, somos capaces de ponerla en valor. Pero sí, sin duda, es la sociedad la que debe dar pasos en este sentido y todos los agentes debemos apoyar, incluidas las instituciones, el Tercer Sector Social o los medios de comunicación que citábamos antes.

¿Cuál cree que es el mayor problema de las personas mayores, actualmente?

En Euskadi hay realidades muy diversas. Hay personas que gozan de buena salud, vitalidad y que siguen teniendo unos ingresos elevados y hay otras personas con problemas de movilidad o ingresos precarios. Además, no podemos generalizar un colectivo que es tan amplio, sumamente heterogéneo. Técnicamente hablamos de personas mayores cuando éstas tienen 65 o más años. Y no es lo mismo tener menos de 70 años o más de 90.

A nosotros, desde el Departamento de Empleo y Políticas Sociales, nos preocupan las personas más desamparadas. Aquellas que viven en situación de pobreza y tienen que complementar sus pensiones, por ejemplo, o las que padecen situaciones de soledad no deseada. Debemos fortalecer las redes de apoyo comunitario y evitar el aislamiento social. En eso, y en garantizar seguridad y tranquilidad, ponemos nuestro empeño a través de la actuación de nuestro servicio público de Teleasistencia betiON.

¿Cómo sociedad qué tenemos que hacer para garantizar el bienestar de las personas mayores?

Vivir en sociedad significa que cuando uno requiere ayuda, la encuentra. Así que una verdadera sociedad lo es cuando da amparo a quien más lo necesita. Por eso creo que deberíamos tratar de identificar a las personas más desamparadas para activar los recursos que ya existen: los servicios sociales y también las entidades del Tercer Sector Social tienen medios para apoyar diferentes realidades.

Como decía antes, tenemos que tratar de individualizar la atención porque cada persona es diferente y tiene necesidades no iguales, practicar una atención integral y centrada en la persona, y atender en proximidad, apostando por el mantenimiento de la persona mayor en su entorno habitual en la medida de lo posible, apoyando a las personas cuidadoras, y, en su defecto, posibilitando una vida en alojamientos lo más parecida a la que se vive en el propio hogar.

¿Qué cree que deberíamos hacer los medios de comunicación para cambiar la imagen actual de las personas mayores?

Probablemente, los medios de comunicación, por el impacto que generáis, seáis unos buenos transmisores, pero el cambio debe ser más profundo. La sociedad debe asimilar que hacerse mayor es un logro y una buena noticia. Y que todos y todas nos vamos a hacer mayores, por lo que deberíamos adelantarnos y tomar medidas desde antes, como por ejemplo, en materia de accesibilidad, eliminando escalones en casa, etc. Es importante reseñar que en el Gobierno Vasco contamos con una Ley de aprendizaje a lo largo de la vida, que, entre otros muchos aspectos, pone de manifiesto la necesidad de ir desarrollando nuestros proyectos vitales progresivamente, evitando que la llegada a la jubilación nos sorprenda sin haber reflexionado qué vamos a hacer a partir de ahí y  sin proyecto alguno a realizar.

Pero volviendo a la pregunta quizá sería bueno visibilizar más ejemplos de personas que han llegado a la edad del retiro laboral y que siguen muy activas. Como decía antes, las personas mayores sustentan las asociaciones de nuestros municipios y barrios, por ejemplo. En 2015, una encuesta revelaba que el 18.7% de las personas de 55 y más años participan haciendo trabajos voluntarios en diferentes tipos de organizaciones.

Dar mayor visibilidad a personas como las que participan en el proyecto Legado sería positivo. Como también lo es, en general, que los medios de comunicación trasladen noticias positivas relacionadas con todos esos aspectos que he mencionado antes acerca de la aportación solidaria de las personas mayores a sus familiar, entorno y sociedad en general, y no plasmarlas como personas insolidarias y consumidoras de prestaciones y servicios, porque no es justo y fomenta el edadismo.

¿Cuál cree que será la imagen del futuro de las personas mayores?

Poco a poco cada vez van a ser más las personas de 65 años o más. Lo dice la estadística. Según datos del Instituto Nacional de Estadística, en 2029 tendremos cerca de 600.000 personas que habrán superado el umbral de los 65 años en Euskadi, casi un tercio de la población total. Así que su peso en nuestra sociedad será cada vez mayor.

Además, y gracias a los avances sanitarios y sociales, estas personas gozarán de una buena salud durante muchos años. Es decir, que tendremos una bolsa de personas que ya no se emplearán a cambio de un salario pero que seguirán trabajando o aportando su experiencia vital de otra forma. Puede ser en su círculo más íntimo: cuidando de nietos/nietas, personas dependientes o personas más mayores; o puede ser en sociedad: con su implicación en la vida social y realizando acciones voluntarias que más que a la dispensa de cuidados deben dirigirse a intervenir en proyectos comunitarios.

Las personas que hoy llegan a la edad del retiro profesional pertenecen a una generación en la que tuvieron ya la oportunidad de acceder a un nivel de formación mayor que el de sus predecesores en muchos casos. Esto significa que se jubila gente con formación y experiencia, con bagaje. Y ese activo es importante para nuestra sociedad. Pienso por todo ello, que en un futuro cuando hablemos de envejecimiento no tendremos en mente solo los conceptos negativos que hoy se le asocian. Seguramente también veremos que esa gente seremos, me incluyo, personas con cosas que aportar.

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