La enfermedad de Parkinson: Un reto del siglo XXI

Juan Carlos Gómez Esteban

La enfermedad de Parkinson es tras la enfermedad de Alzheimer la patología neurodegenerativa más frecuente y una de las más incapacitantes. Hace ya casi dos siglos que el neurólogo James Parkinson describió magistralmente la enfermedad como una combinación de síntomas que incluyen la lentitud, el temblor, la rigidez o la alteración en la deambulación. Desde entonces hasta la fecha muchos han sido los hitos en la investigación de este trastorno: el descubrimiento de alteración cerebral subyacente con pérdida de neuronas en una parte del cerebro conocida como “sustancia negra”, el inicio del tratamiento con levodopa a finales de los años sesenta, el resurgir de la cirugía en esta enfermedad en la década de los noventa o el reciente descubrimiento de las alteraciones de una pequeña proteína  “la alfa-sinucleina” en los cerebros de los pacientes afectados.

Lo cierto es que la historia de la enfermedad de Parkinson ha cambiado en el transcurso del siglo pasado, de una dolencia sumamente incapacitante con pocos recursos terapéuticos a una enfermedad crónica, de la que si bien no existe tratamiento curativo, sí que hay un gran arsenal terapéutico que permite mejorar la calidad de vida de los pacientes y su entorno. A ello, sin duda alguna, también han contribuido las asociaciones de pacientes, ayudando al soporte y bienestar, complementando terapias , ayudando en la divulgación e investigación o simplemente con el apoyo psicológico. En este sentido la asociación de enfermos de Parkinson de Bizkaia (ASPARBI) es un ejemplo de cómo una agrupación de enfermos y los profesionales puede complementarse en el tratamiento de esta y otras patologías crónicas. Además en el País Vasco contamos con una nutrida red de especialistas con tradición en el estudio y tratamiento de esta enfermedad que se remonta a varias décadas. Fruto de esta inquietud son los trabajos pioneros en genética de la enfermedad de Parkinson, la implantación del programa de cirugía en la red pública asistencial o la colaboración y formación en centros de excelencia mundial en el estudio de esta enfermedad.

Las sociedades occidentales muestran un envejecimiento progresivo de su población, haciendo más frecuente la aparición de estas patologías. La investigación en enfermedades neurodegenerativas y en particular en la enfermedad de Parkinson, es uno de los grandes retos del siglo en el que nos encontramos, particularmente en un entorno de crisis económica mundial.  En este aspecto hay numerosos proyectos de investigación que incluyen la posibilidad de visualizar mediante técnicas de medicina nuclear el avance de la enfermedad, el tratamiento modificando la estructura molecular de dicha proteína (alfa-sinucleina) haciéndola “más soluble y menos tóxica”, la posibilidad de introducir en el cerebro mediante técnicas quirúrgicas de nuevos fármacos o factores de crecimiento que enlentezcan el deterioro de las neuronas afectadas o los implantes de células madre por poner varios ejemplos. El sostenimiento de todos estos proyectos por entidades publicas o privadas es crucial. Las sociedades modernas deben verlo no sólo como un compromiso ético con la investigación en estas enfermedades propias aunque no exclusivas de la tercera edad, sino incluso como un benefició económico indirecto a través de la disminución de la discapacidad y dependencia que provocan en los pacientes que las padecen.

Juan Carlos Gómez Esteban, Unidad de Trastornos del Movimiento Hospital Universitario Cruces
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[Publicado en Deia el 20 de abril de 2014]